26 enero 2010

Cuando Thomas S. Kuhn  puso por título a un libro publicado por él en los años 60: “La estructura de las revoluciones científicas”acuñó una palabra que ha ido acompañando el quehacer científico, muy especialmente en las últimas décadas, y también en otros tiempos históricos: “revolución”. La ciencia actual es un detonante de muchas cosas: de expectativas sociales en orden a la salud o al bienestar; de alternativas posibles en un mundo que se percibe ya con limitaciones de recursos y cambios importantes en su ecosistema; de universos inexplorados y minúsculos en los que la materia cambia su modo de comportarse; de apertura extraterrestre hacia universos inexplorados, siempre atractivos y sugerentes. El mundo de la ciencia camina implacable hacia las fronteras mismas del conocimiento, la ciencia y la tecnología fundidas en un solo campo con apoyaturas mutuas, la una sobre la otra y la otra sobre la una.

Recientemente, un científico japonés ha creado un robot que es copia fiel de sí mismo. Se trata de un robot, pero su gran parecido físico lo hace réplica de su progenitor. Y es que el hombre está en el horizonte de toda búsqueda.
La ciencia avanza como decía Newton  “a hombros de gigantes”, apoyándose en lo que ya se ha construido para poner la siguiente piedra. Es ésta una historia digna de conocerse, aunque tiene sus zonas oscuras y sus partes vedadas, sus olvidos y sus omisiones conscientes.
En este tema se van a poner algunos cimientos históricos para entender qué es la ciencia y cómo obtiene la ciencia sus resultados. Además, como la persona es imposible desprenderla del investigador/a, se harán algunos calados en las diferentes tipologías científicas presentes en los hombres y las mujeres de ciencia.
Así mismo, se prestará atención al tema de los descubrimientos, piedra de toque de la investigación científica. ¿Cuál es su papel en la historia de la ciencia? ¿Cómo tienen lugar? ¿Qué elementos juegan un papel esencial en la búsqueda científica?

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